Conciertos en Cour de l'Île: Juliette Magnevasoa + Natascha Rogers.
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La Cour de l'Ile
1, quai Lucien Toulmond
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Presentación
¿Te vuelve loco la música? ¿Chanson francesa, RandB, Soul y Jazz? Les fadas du Monde le invitan a los conciertos de Juliette Magnevasoa y Natascha Rogers. Al aire libre en el Cour de l'île. Entrada gratuita.
- Juliette Magnevasoa.
Juliette Magnevasoa procede de Madagascar o de otro lugar, fue adoptada de niña, y esta historia, como todos los cuentos de hadas, se abre a la aventura de crecer.
La música es natural: une las piezas del rompecabezas de Juliette Magnevasoa. Une sus dos tierras y la abre a un mundo más amplio.
Cuando toca, compone y escribe, ella es la pecera y los peces que nadan en ella.
Tanto dentro como a distancia. Lo íntimo, una vez trabajado a través de la música, puede existir fuera, hacia los demás.
- Natascha Rogers
Nacida en los Países Bajos, de madre holandesa y padre misterioso de origen amerindio, la joven Natascha Rogers cuidó de sus cuatro hermanos, se mudó mucho y se instaló en el piano, un mundo propio, un ancla, un punto de referencia, cuando el horizonte se desviaba demasiado. Breda, Bélgica, California, luego Burdeos... Lo que no ha cambiado es el piano vertical en el que, escala tras escala, Natascha Rogers desarrolla sus dotes melódicas, repitiendo las Children's Songs de Chick Corea o el repertorio oceánico de Yann Tiersen.
Hasta que un día, Natascha Rogers descubrió un par de congas, como un enigma por descifrar, que su padre había dejado en secreto en la puerta de su casa. Sensible a la llamada ancestral de los tambores, recorrió el Atlántico negro durante varios años para recibir clases de los más grandes maestros percusionistas mandingas y afrocubanos. A partir de entonces, Natascha Rogers se nutrió de un enfoque humilde, colectivo y terapéutico de la música, y multiplicó por diez su pericia rítmica a medida que exploraba surcos y caminos. Pero, ¿cómo encontrar el suyo propio? Vaciándose, habitando en las sombras, escuchando lo que cruje bajo tierra. Natascha Rogers sabe instintivamente que el poder y la vulnerabilidad van de la mano, que requieren el valor de ser ella misma y permitirse mostrarlo.
Con Onaida, Natascha Rogers ha aceptado el reto de mudar de piel y exponer su verdadero yo, volviendo a su primer instrumento. De ostinatos a encantamientos, Onaida desvela un territorio poético muy personal poblado por ríos de piano y cantos de la Tierra, sostenidos por las pulsaciones rituales de los tambores batá. En inglés, español o yoruba, despliega sobre el fondo de sus teclados tantas baladas íntimas como plegarias universales, inspiradas a su vez por la mítica serpiente que la visita en sueños, la poeta amerindia Joy Harjo, las mujeres salvajes de la narradora norteamericana Clarissa Pinkola Estes y los espíritus de la santería cubana.
Juliette Magnevasoa procede de Madagascar o de otro lugar, fue adoptada de niña, y esta historia, como todos los cuentos de hadas, se abre a la aventura de crecer.
La música es natural: une las piezas del rompecabezas de Juliette Magnevasoa. Une sus dos tierras y la abre a un mundo más amplio.
Cuando toca, compone y escribe, ella es la pecera y los peces que nadan en ella.
Tanto dentro como a distancia. Lo íntimo, una vez trabajado a través de la música, puede existir fuera, hacia los demás.
- Natascha Rogers
Nacida en los Países Bajos, de madre holandesa y padre misterioso de origen amerindio, la joven Natascha Rogers cuidó de sus cuatro hermanos, se mudó mucho y se instaló en el piano, un mundo propio, un ancla, un punto de referencia, cuando el horizonte se desviaba demasiado. Breda, Bélgica, California, luego Burdeos... Lo que no ha cambiado es el piano vertical en el que, escala tras escala, Natascha Rogers desarrolla sus dotes melódicas, repitiendo las Children's Songs de Chick Corea o el repertorio oceánico de Yann Tiersen.
Hasta que un día, Natascha Rogers descubrió un par de congas, como un enigma por descifrar, que su padre había dejado en secreto en la puerta de su casa. Sensible a la llamada ancestral de los tambores, recorrió el Atlántico negro durante varios años para recibir clases de los más grandes maestros percusionistas mandingas y afrocubanos. A partir de entonces, Natascha Rogers se nutrió de un enfoque humilde, colectivo y terapéutico de la música, y multiplicó por diez su pericia rítmica a medida que exploraba surcos y caminos. Pero, ¿cómo encontrar el suyo propio? Vaciándose, habitando en las sombras, escuchando lo que cruje bajo tierra. Natascha Rogers sabe instintivamente que el poder y la vulnerabilidad van de la mano, que requieren el valor de ser ella misma y permitirse mostrarlo.
Con Onaida, Natascha Rogers ha aceptado el reto de mudar de piel y exponer su verdadero yo, volviendo a su primer instrumento. De ostinatos a encantamientos, Onaida desvela un territorio poético muy personal poblado por ríos de piano y cantos de la Tierra, sostenidos por las pulsaciones rituales de los tambores batá. En inglés, español o yoruba, despliega sobre el fondo de sus teclados tantas baladas íntimas como plegarias universales, inspiradas a su vez por la mítica serpiente que la visita en sueños, la poeta amerindia Joy Harjo, las mujeres salvajes de la narradora norteamericana Clarissa Pinkola Estes y los espíritus de la santería cubana.
Periodo (s) de aperturaLunes, 4 de agosto de 2025 de 21:30 a 23.
Instalaciones, Servicios, Comodidad
- Typologie Promo Sitra :
- Al aire libre
- Salidas nocturnas
Precios
Gratis.
FICHE_INFO_SIMPLE_LIBELLE_DESTINATION
1, quai Lucien Toulmond
Quartier de l'île
13500
Martigues
Coordenadas GPS
Latitud : 43.405009
Longitud : 5.051171
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